Era una mañana de invierno cuando deje de ver tus lindos ojos, fue triste la despedida, como suelen ser las despedidas... quizá para tu corta edad no fue más que un mal rato; ahora en la lejanía me pregunto si de cuando en cuando, tendré un momento en tu memoria para mí. Sí, como siempre los seres humanos egoístas deseamos vivir en la memoria de alguien, pero que memoria sino la tuya mi pequeño Totor, cada vez que digo una palabra con “z”, te tengo presente, cada vez que canto una canción infantil de igual manera te recuerdo. Mi gran pequeño amigo, digo pequeño por tu edad, pero ¡como me enseñaste a amar!, fuiste la primer personita que me dijo que le podía dejar, solo si eso me iba a dejar a mi un conocimiento o algo para mi bienestar, si me venía bien, entonces era lo correcto. Me enseñaste a ser libre, a amar libremente, tu gran enseñanza la llevo en el corazón. Me dijiste que no era necesario estar físicamente contigo si me acordaba de echarte de menos; esta mañana desperté un poco nostálgica y me vino a la mente tu enseñanza, mi niño bueno, espero que sigas enseñando a toda la gente que tocará tu vida a amar, con la misma forma en la que me enseñaste a mi. Mil gracias, quizá cuando seas mayor llegue a tus manos, este pequeño recuerdo que ahora escribo por ti y para ti. Que todo en la vida te vaya bien y cuida de Sofía, también enséñale a amar, recuerda que tu eres el hermano mayor y siempre decías cuidarías de enseñarle todas las cosas bellas y las travesuras conocidas por ti, para que ella ganara siempre. Si puedes canta la canción que aprendiste de mi, que yo os aseguro que recuerdo la de San Fermín y ¡vaya que la canto!, no siempre, pero si que la recuerdo. Espero te encuentres bien “mi niño”, te echa mucho de menos tu amiga mexicana, quien espera que algún día llegues a México, como era tu deseo,(claro ya que seas mayor) espero poder recibirte con la misma dicha con la que tu llenaste mi vida en esos días fríos de Madrid.
16 mayo de 2006
16 mayo de 2006
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